Escribir siempre me ha ayudado a sacar las cosas que llevo dentro. Cosas que no digo por vergüenza, timidez, cólera o simplemente porque no tengo ganas de contarle al mundo lo que sucede dentro de mi cerebro. Pero hoy es la excepción.
Hoy tengo ganas de decirle a la blogosfera que soy una cabra de mierda y una pesimista del carajo. ¿No entendiste? Yo te lo explico.
Soy cabra para decirle a mi mamá que quiero salir a tonear el sábado, para decirle a mi hermana que las cosas no son tan simples como ella las ve, para hacerle entender a mi sobrino que los trenes no hablan y que el Tren Tomás es un dibujo de algún chinito que gana plata por cada chibolo que sintoniza el programa y últimamente para decirle al sujeto que me interesa : Oye, te tengo ganas. Y soy pesimista porque siempre imagino lo peor o que me darán una respuesta negativa y con mi “Puta madre, la voy a cagar” la pienso 2 veces y al final me desanimo.
Si, así de cabra y pesimista soy. Prefiero vivir en la sombra del “¿Qué tal si…? en vez de tragarme la vergüenza/timidez y demás mierdas que me persiguen.
He tratado de cambiar (por Calamaro que sí) pero no puedo.
Después de pensar por qué no puedo ser franca con la gente y decirle lo que pienso en sus caras peladas sin arrepentirme, llegué a una sabia conclusión: Tengo miedo a la reacción (y posible rechazo) de las personas.
Sea buena o mala, el sólo hecho de pensar que pueda lastimarlas, asustarlas o desilusionarlas (si, porque yo soy pesimista, ¿recuerdas?) me altera, me pone hiperactiva y hace que mi cerebro repita la misma frase siempre “No, mejor no”
Por ejemplo, digamos que tengo la oportunidad de decirle al sujeto que me trae de cabeza que me interesa. ¿Qué hago yo? Pienso en mil formas de decírselo, pienso también en las mil excusas que el sujeto en cuestión me dará, alucino las posibles caras de decepción que pondré y en las maneras en las que me evitará en el futuro. (Ese es mi modus operandi para cualquier ocasión).
Luego de toda esa pensadera inútil, me desanimo con un “Bah, ya para que tanta cojudez?”, me hago la loca y sigo mi vida (o al menos eso pienso yo, porque mi cerebro sigue analizando la situación)
Algunos dicen que la cabredad se les quita con algunos bebestibles. Yo aún no sé. Nunca he estado tan ebria como para hablar “sin pelos en la lengua”. Habrá que hacer la prueba ¿no?.
pd: Estaba escribiendo “bien”hasta que las llamadas de mi BFF y del sujeto en cuestión más el zumbido de una amiga de colegio en MSN me desconcentraron =( .
Aunque da igual, casi nadie lee este blog J
Nos estamos leyendo.